Llega el empoderamiento web con las plataformas low code y no code
—Desarrollos digitales ágiles, baratos y atractivos. Las plataformas low code y no code se abren paso en los diferentes negocios cada vez con mayor fuerza.
En un mundo en el que las necesidades digitales aumentan (comercio electrónico, soluciones BPM, inteligencia artificial...), pero la disponibilidad de tiempo disminuye, la filosofía de las plataformas low code y no code engancha: ya no son necesarios grandes desarrollos a medida para sacar un producto web viable al mercado.
En una entrevista con Cinco Días, el director de Veritran, una de las principales low code en Latinoamérica, explicaba así la esencia de estas plataformas: igual que una persona no tiene que ser programadora para hacer presentaciones en PowerPoint, lo que se consigue con las low code es “construir aplicaciones como si fuera un PowerPoint”.
—Básicos para programar sin código
El concepto low code fue acuñado en torno a 2014 por la agencia de investigación de mercados Forrester Research en un informe sobre nuevas plataformas de desarrollo de aplicaciones orientadas al usuario. Ante la progresiva simplificación de las herramientas tecnológicas, la demanda de soluciones web cada vez más baratas y la escasa oferta de programadores cualificados, el desarrollo sin código se abría paso.
de las webs se gestiona con WordPress, según datos de Simplifier. La propia Casa Blanca apostó por ella para crear su sitio web.
En junio de 2020, Amazon lanzaba Honeycode, una plataforma low code que permite diseñar y construir aplicaciones de hasta 20 usuarios de manera gratuita a partir del ensamblaje de módulos de diversos tipos. En la misma línea, Google tiene AppSheet y Microsoft cuenta con PowerApps.
Si bien el lanzamiento de low code por parte de los gigantes tecnológicos y la aceleración digital impulsada por la pandemia han dado un fuerte empujón a estas plataformas, uno de los ejemplos más conocidos mundialmente es WordPress (2004). Aunque incluye soluciones "para dummies”, se trata de un proveedor de código abierto y sobre este se pueden construir soluciones más complejas: los usuarios con conocimientos de programación pueden ver el código fuente, trastear y modificarlo según sus necesidades.
Aunque a veces se utilizan como sinónimos —la filosofía es la misma: reducir el código ad hoc para facilitar la programación—, no debemos confundir low code con no code.
Según la opción elegida, el margen de personalización y complejidad a la hora de desarrollar una aplicación difiere. Las no code garantizan mayor autonomía pero menor flexibilidad; las low code dan más juego a la hora de personalizar, pero también suelen requerir conocimientos básicos de programación.
Son plataformas que no necesitan código y están pensadas para usuarios que no tienen conocimiento alguno de programación. ¿Cuándo se utilizan? Para casos de negocio simples, aplicaciones con un tiempo de vida corto o procesos manuales que no requieren conexiones a sistemas de terceros, por ejemplo.
Son plataformas con un contenido en código bajo, que permite una cierta personalización de los modelos y las plantillas preconfiguradas. Por esa razón, no pueden prescindir totalmente de la programación manual para ajustar las funcionalidades que ofrece la herramienta —siempre en un pequeño margen—. Se utilizan para generar aplicaciones con un ciclo de vida mayor, soluciones que se tienen que integrar con sistemas corporativos más complejos o Productos Mínimos Viables (MVP), entre otros.
Cuando los analistas Clay Richardson y John Rymer acuñaron el término “low code”, en 2014, señalaron cuatro características esenciales para comprender el funcionamiento de estas plataformas.
¿Y esto qué quiere decir? Pues que permiten trabajar de forma intuitiva gracias a un principio modular: el usuario dispone de modelos visuales que se arrastran con el ratón y se integran —lo que se conoce como “drag and drop”— en la aplicación que se está creando.
Los usuarios pueden utilizar las plantillas, plug-ins y widgets siempre que quieran. Algunas empresas disponen incluso de su propia tienda privada para que los equipos adquieran nuevos elementos.
La mayoría de las low code permite a sus usuarios guardar y gestionar las herramientas visuales utilizadas y las aplicaciones creadas en la nube, de manera que, si se hacen cambios, no es necesario reprogramar.
El soporte que ofrecen los servicios low/no code no solo incluye la creación de la aplicación, sino también su implementación y mantenimiento, que suele ser de pago. Además, si se necesita pausar o posponer un proyecto, se puede volver a retomar sin problema en el futuro.
Principio modular, plantillas, acceso a través de la nube... ¿En qué se traducen los rasgos más conocidos de las low code? ¿Cuáles son las ventajas de un desarrollo web de lo más casero?
Más allá de la comodidad que ofrecen a cualquier usuario, las plataformas sin código o de bajo código pueden resultar una apuesta estratégica para el negocio. La velocidad a la hora de crear las apps, la reducción de la inversión inicial y la posibilidad de reorganizar los equipos de manera más eficaz son algunos de los principales beneficios de estas plataformas.
Gracias a las low/no code, el tiempo de desarrollo para sacar productos web pequeños y medianos al mercado se reduce enormemente.
A excepción de los ajustes necesarios en cada caso, se ahorra toda la parte de desarrollo de código y esto significa minutos, horas y días ganados. Por ejemplo, en algunas low code como Shopify se puede desarrollar un e-commerce en apenas 3-4 días.
Esta velocidad también se extiende a los tiempos de mantenimiento. Más allá de la rapidez a la hora de sacar el producto, las low code permiten realizar cambios con agilidad para asegurar que la aplicación está siempre actualizada y en línea con los intereses de negocio. Esto se consigue, en gran medida, por la posibilidad de utilizar plantillas ya preconfiguradas o de pausar y reanudar proyectos en lugar de comenzar de cero.
Una de las principales razones por las que las low/no code permite productos web de calidad es porque abarcan funcionalidades y modelos que pueden ser automatizados o están predefinidos; tareas estandarizadas que antes requerían de la intervención del personal de TI o los equipos de desarrollo.
Ahora, las low/no code liberan a los programadores de esta carga de trabajo más cotidiana o regular y brindan a los negocios una oportunidad de gestionar mejor el talento. La automatización del desarrollo a pequeña escala será una oportunidad para explotar el potencial creativo e innovador de los programadores, que podrán centrarse en potenciar el software o idear nuevas soluciones web.
Al igual que ocurre con el tiempo de creación, despliegue y mantenimiento, con las plataformas low/no code también bajan los costes frente a la contratación de un equipo de programadores que elabore el proyecto a medida.
Hay diferentes tarifas en función de la necesidad y del volumen de datos e información que solicite el cliente, pero muchas ofrecen un periodo de prueba sin coste e incluso un plan básico gratuito.
Este es el caso de Honeycode, de Amazon
—hasta 20 usuarios—, o AppSheet, de Google —hasta 10 usuarios—. Si se necesita ir un paso más allá, la
low code de Amazon ofrece el plan PLUS —19,99 dólares/mes— o el plan PRO —29,99 dólares/mes—.
AppSheet tiene una opción STARTER —5 dólares/mes por usuario—, otra CORE —10
dólares/mes por usuario— y las tarifas para empresas con un precio a medida. Por su parte, Power
Apps, de Microsoft, propone dos planes: por aplicación —cada usuario paga 8,40€/mes por
ejecutar una única app— o por usuario —cada usuario paga 33,40€/mes por aplicaciones
ilimitadas—.
Si todos los departamentos pueden participar en la creación de productos web de la empresa —aunque siga siendo necesaria la presencia de un perfil técnico—, el resultado será mucho más eficaz a la hora de cubrir las necesidades de negocio y reflejar la identidad corporativa. La posibilidad de armonizar los objetivos empresariales con la estrategia digital resulta, por así decirlo, algo más fácil.
Desarrollar ya no será una tarea exclusiva del equipo de programadores, y el diálogo de ideas y personas promoverá un ambiente de cohesión y enriquecimiento.
Las cuatro A —agilidad, automatización, ahorro y armonía— de las plataformas low/no code revelan sus ventajas y posibilidades, pero es importante no perder de vista las limitaciones de este tipo de desarrollos. Solo con una visión completa de lo que ofrecen y lo que no se tomará la decisión más adecuada de cara a la organización o proyecto.
El diseño debe ajustarse a lo que marcan las plantillas y herramientas preconfiguradas, por lo que el margen de personalización de las aplicaciones es muy escaso. Puede que la empresa tenga en mente un diseño muy concreto pero, al trabajar con una low/no code, solo pueda cambiar la tipografía, el módulo y una foto.
Este tipo de desarrollo web requiere, más que nunca, la presencia de un product owner o responsable de producto. Una figura que recoja las necesidades del negocio y las traslade correctamente para valorar si es posible resolverlas o no con la herramienta low/no code que se quiera utilizar.
Tienen una rango de posibilidades muy reducido, hay funcionalidades complejas o integraciones que no se pueden incorporar. De hecho, los propios programadores suelen ser reacios a usarlas porque apenas dan espacio para modificaciones.
Las cifras auguran un futuro dorado para el desarrollo web DIY. Según Gartner, un 65% de las aplicaciones desarrolladas en 2024 se deberá a las low code, y un estudio de Forrester asegura que la industria crecerá hasta 21,2 mil millones de dólares solo en 2022. ¿Quiere esto decir que, para programar en el futuro, no hará falta programar?
Si tenemos en cuenta que una de las razones de ser de las low code y no
code es basarse en un código básico y, por tanto, en unas funcionalidades y una flexibilidad muy
limitadas, es muy probable que nunca lleguen a sustituir a un equipo de
programación. Al fin y al cabo, este podrá encargarse de desarrollos a medida, trabajar con
funcionalidades más complejas e integraciones a las que las low code no consiguen llegar.
Eso no quiere decir que este tipo de plataformas no vaya a experimentar un fuerte crecimiento en los próximos años, especialmente entre los públicos
que pueden aprovecharse de sus ventajas. Desde la start-up con un presupuesto limitado, que
quiere probar suerte, hasta un usuario con nociones básicas de tecnología que monta un negocio con este
tipo de herramientas, sin tener que encajar en el típico perfil de “ingeniero de software”.
La esencia de las plataformas low/no code es la idea de que el desarrollo web se vuelve accesible y democrático. Por ello, lo mejor que se puede hacer es aprovecharlas como una oportunidad para fomentar el trabajo en equipo y reorientar el potencial de programadores, técnicos y desarrolladores. Hazlo tú mismo, pero no lo hagas solo.
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